01 agosto 2016

CARLA Y EL EVEREST

Tomada de: http://www.radioelite997.com/
Vuelve una entrevista, y esta vez además es de lujo. Carla Pérez, ecuatoriana, deportista desde muy pequeña, 33 años, y ¡ah! se me olvidaba, primera sudamericana en lograr subir al Everest sin oxígeno. Entre montaña y montaña , entre Perú y Bolivia, tuvo la deferencia de responder a esta entrevista hablada y que encontraréis transcrita. Sin más os dejo para que leáis sus opiniones, sentimientos, narraciones,... en definitiva, la apasionante montaña.

Estimada Carla, en primer lugar quería agradecer tu gentileza con este blog, ya que es la primera vez que tengo la oportunidad de entrevistar a una persona de alturas, ¡sobretodo éstas alturas! Antes de empezar la entrevista me gustaría que me hagas un resumen de tu vida como deportista:

“Hola Jesús, en cuanto a mi vida deportiva, siempre fui muy deportista desde pequeñita. Mi primer contacto con la montaña fue a los 4 años; de todas formas en la escuela me gustaba el atletismo, el basket (estuve en la selección de Pichincha), me metí a volei, jugué fútbol, hockey, gimnasia olímpica, pasé un poco por todos los deportes, incluso hice ballet clásico. Luego a los 13-14 años me metí de lleno en la montaña y de ahí cada fin de semana empecé a ir a las montañas, desde los 15 hasta los 18 cada fin de semana a la montaña; subir, aprender algo,…. No mucha escalada sino a los volcanes (Ilinizas, Pichincha, Cayambe,…), Luego fui a Francia con una beca y allí aprendí más las partes técnicas de la montaña por decirlo así. En la adolescencia todos los días iba al gimnasio, hacia bicicleta, pasaba bastante tiempo en al gimnasio. Volei, hockey como te dije, en fin que siempre me gustó muchísimo el deporte.”

Para ir haciendo un buen calentamiento, como toda buena práctica deportiva, me gustaría que me cuentes ¿cuáles son los primeros sentimientos y sensaciones cuando llegas hasta el punto más alto del planeta?¿Qué se ve?

"Bueno es una pregunta difícil de explicar, creo que la sensación arriba en el Everest, sobretodo el hacerlo sin oxígeno, es un momento de mucha paz y tranquilidad en el sentido de que llevas muchos años preparándote; como te decía mi primer contacto con la montaña fue a los 4 años, empecé a los 13-14, y ahora tengo 33, entonces son 20 años haciendo montaña, 6-7 preparándome y entrenándome, entonces en ese punto cuando llegas es cuando recuerdas todos esos años, un primer intento que tuve ya de hacer el Everest sin oxígeno en 2013 entonces al llegar a la cima sin duda fue un momento de mucha gratitud con la vida, con la gente que me ha apoyado y que me mandaba buenas energías, el hecho de tener la suerte de haber descubierto esta pasión por las montañas, mucha paz mucha tranquilidad, es un paisaje increíble. Obviamente al no usar oxígeno es muy difícil. El sentirse cómoda arriba, estás sumamente cansado, muy muy agotado, yo realmente lo di todo, entonces al final también sentía como que una paz muy fuerte que venía del hecho de estar vacío, de haberlo dado todo, ese vacío de haber entregado todo, hasta el último gramo de esfuerzo, de voluntad, de ganas, de luchar por ese sueño, entonces es un momento realmente muy hermoso pero difícil de explicar en pocas palabras."

Cuando vas subiendo, como en todas las pruebas de resistencia extrema, debes tener momentos en los que ya no sabes de dónde sacar fuerzas ¿Cuál es tu motivación en esos momentos? ¿Qué te hace seguir?

"Bueno, lo que me hace seguir en los momentos más duros del ascenso es sin duda pensar en la gente que amo mucho, que quiero un montón, que tengo siempre presentes, sobretodo a la familia cercana, padre, madre, hermano, sobrino, mi novio Esteban que me apoyó un montón, abuelos, en general familia. Y un montón también el hecho de que uno en la vida siempre, sobretodo como deportista, siempre buscas ir más allá del límite, ya sea en la dificultad, en la parte física, en los miedos, es siempre esa búsqueda de ir aún más allá, de acercarse más a ese límite de lo que es posible para el cuerpo humano, esa es una cosa que me da fortaleza, el hecho de seguir buscando, de encontrar algo que de alguna forma se despierta, sobretodo cuando estás en la altura sin oxígeno, es super super agotado de alguna forma entras en un estado en el que escuchas las cosas con mucha precisión, sientes el latido de tu corazón, sientes fluir tu sangre, sientes como los músculos se van rasgando mientras caminas, es como que entras en un estado de consciencia “superperceptivo”, y aunque es duro de alguna forma esto te motiva seguir buscando esos límites y pensar apoyarse mucho en ese amor que te ha entregado la familia. Eso sobretodo es lo que me impulsa a seguir adelante."

Tomada de: www.elcomercio.com
Pero no todo es subir, luego hay que bajar, lo cual es más peligroso si cabe que la subida. ¿Qué sientes cuando ya llegaste arriba y llega el momento del descenso?

"Bueno, creo que por los 20 años que te cuento de experiencia haciendo montaña, muchísimas montañas, porque realmente creo que he aprovechado todos los fines de semana cuando estaba en el colegio, en la universidad, pero de ahí si me he dedicado mucho de lleno, he hecho muchas expediciones a montañas altas que cada vez se iban incrementando, 7000, 7100, 7500, 8000, 8200 y 8600 en mi primer intento al Everst, y luego ya los casi 8900. Entonces, obviamente con tanta práctica, de alguna forma aprendes que una de las partes más peligrosas del montañismo es el bajar, porque normalmente tu entregas muchísimo si no todo casi cuando subes, entones como que siempre en esos años de experiencia aprendí mucho a tener en cuenta esta parte, que debemos bajar. Entonces mientras subes, aunque lo vas dando todo digamos, siempre en la mente yo tengo esa voz que me dice: “Carla hay que bajar y hay que bajar bien, en buenas condiciones” ¿y sabes qué?; estuvo durísimo, yo daba más o menos 10 metros, me sentaba, descansaba 2 minutos, caminaba 10 metros, me sentaba, o sea durísimo poder bajar porque estaba superagotada, pero creo que viene de la experiencia, como que tienes el piloto automático por decirlo así, como que ya el cuerpo dice: “solo sigue y sigue” aunque ya estás abandonando todo, como has hecho tanta montaña el cuerpo ya sabe que tienes que bajar porque es lo único que le va a permitir tener el oxígeno necesario para recuperarse, así que es ya el piloto automático de la experiencia."

Vamos a cambiar, hablemos de los momentos previos. ¿Cuándo se te metió en la cabeza subir al Everest sin oxígeno?

"Tal vez desde que tenía unos 15 años alguna vez dije “wow qué hermoso subir al Everest sin oxígeno”, sin embargo mientras fui creciendo me empezó a gustar más las cosas técnicas que ir a la altura, pero en 2009 después de escalar la pared sur del Aconcagua, Iván Vallejo nos invitó a ser parte del equipo Somos Ecuador, y dentro de su proyecto estaba la idea de abrir una nueva ruta en un 8000, entonces para esto no solo necesitábamos lo técnico sino también formarnos en la altura y ver como respondía nuestro cuerpo, y ahí como que se hico realmente tangible la opción de subir el Everest. Empecé a subir 7000, 8000 y en un punto dije, ¿porqué no el Everest sin oxígeno? Obviamente sin oxígeno porque ya es parte de nuestra filosofía, tanto deportivamente, porque es una forma de hacerlo sin trampas por decirlo de alguna manera, como espiritualmente para mí la respiración como tú sabes y en muchos deportes y prácticas como yoga, meditacion…la respiración es fundamental, esa conexión de tu cuerpo con el aire, con el oxígeno; entonces a mi me parecía que una forma real de hacerlo era realmente sin mascaras que me escondan detrás de la realidad, para mi ese era el reto realmente, el ver hasta qué punto podía llegar mi cuerpo, qué limite, o si yo llegaba a 8750 y realmente me bajaba pues no había problema, obviamente me habría dolido, pero prefería bajarme y saber que mi limite es 8700 que enchufarme una botella de oxigeno, es como una filosofía de vida, deportiva y espiritual."

Puedes comentarnos a grandes rasgos ¿cómo fue y cuánto duró el entrenamiento?

"En total el entrenamiento a la final duró 6 años, porque intenté una primera vez el Everest en 2013, no lo logré y luego lo intenté de nuevo en 2016 y para el primer Everest ya me preparé como 3 años. Desde 2012 empecé realmente con deportólogo, entrenador,…que es hace 4 años, así como muy profesional la nota, y antes lo que hacía era mucha montaña. Luego ya me metí de lleno, y este último año para el Everest ya hasta dejé de trabajar, prácticamente me dediqué a entrenar el 90% del tiempo, de 6 a 8 horas diarias, 5 días a la semana, supermetida en el plan de entrenamiento."

En general, Ecuador es un país en el que la mujer tiene más dificultades que el hombre para lograr sus metas ¿Sentiste eso a lo largo de tu vida deportiva?

"La verdad es que no, tal vez tengo la suerte de nacer en una familia en la que primero mi madre es una mujer muy fuerte con un carácter muy fuerte y decidido y desde pequeña ella nunca nos mostraba como debilidad o resentimiento contra los hombres, entonces más bien ella tenía la seguridad de que podía ser igual que los hombres entonces de alguna forma esa imagen siempre perduró de que era como que todos somos iguales, y obviamente cuando entré al club de montañismo, de los 20 que éramos, tal vez 18 eran hombres, si no eran los 19, sin embargo siempre he sentido, o he intentado no sentirme de antemano discriminada, es como que siempre he tratado, a partir de mi propio ejemplo, hacer que los hombres (en los casos que vienen de familias muy machistas por ejemplo) a través de mi ejemplo y de mi forma de llevar las cosas, que ellos también aprendan a dar esa igualdad, te pongo un caso: cuando vamos a una montaña, estamos en un campamento alto, hace frio, una tormenta de nieve fuera, los hombres no salen a orinar, ellos tienen sus botellitas para hacerlo dentro de la carpa, y tal vez en la primera ocasión que yo estuve en estas condiciones, por la educación que solemos tener en Ecuador las mujeres tendemos a decir “uy Dios mío qué vergüenza, hay 4 hombres en la carpa conmigo, yo de ley tengo que salir a orinar y por último te congelas las nalgas”, entonces eso es terrible, el hecho de que muchas mujeres, por ese temor, saldrían, entonces yo aprendí a llevar mi bacinilla así como un recipiente plástico y cuando las condiciones son esas, yo simplemente orino. A ellos al principio se impresionaban, les daba una especie de entre asco, chiste, burla, nervios, no sé,…pero al final terminan aceptando y dándose cuenta que sí, que no por ser mujer debes salir fuera a congelarte las nalgas, todos tenemos ese derecho de orinar dentro de la carpa porque fuera nos congelamos. Pequeñas cosas como esa el hecho de simplemente no sentirse discriminada de antemano sino pensar en que el trabajo en equipo es como un trabajo en equipo, tal vez los hombres tienen más fuerza, porque tienen más testosterona, pero nosotras hemos desarrollado más la voluntad, hemos desarrollado mucho la intuición, no sé, creo que lo interesante e importante es que cada uno sea hombre o mujer, ponga lo mejor de sí para llevar a cabo las ascensiones."

¿Qué crees que hace falta para que las mujeres tengan mayores oportunidades en el deporte, o mejor dicho las mismas oportunidades y reconocimiento que los hombres?

"Eso, el hecho de tener esa seguridad que te digo, el no sentirse discapacitada por ser mujer. Yo sé que es chévere que te digan “wow, eres la primera mujer latinoamericana…” pero de alguna forma es como cuando dicen “eres la primera persona sin pierna que llega” ¿me entiendes? Es como que de alguna forma tuvieras una discapacidad por ser mujer y es un tema muy difícil, no sé si me explico; es como el hecho de simplemente sentirse iguales, el no juzgar, porque como mujeres somos las primerísimas en juzgar y en sentirnos discriminadas de antemano. Por ejemplo entramos a un lugar inseguras y decimos “de ley, de ley me van a ver mal los hombres, no van a querer que yo sea la jefa” o así, y nada que ver; a veces esa seguridad que tienes en ti misma de que eres igual que un hombre simplemente hace que las cosas fluyan.
No es por quitar valor al hecho de que una mujer quiera ser “la primera mujer” o que una persona quiera ser la primera persona sin brazo que sube o algo así; es que es más importante el estilo de cómo haces las cosas que ser el primero en algo y que muchas veces a las mujeres nos gusta mucho refugiarnos en eso de “ay es que como soy mujercita, yo pobrecita muy débil, voy a llevar full tanques de oxígeno, un montón de sherpas y todas las ayudas porque yo pobrecita mujer y sí soy la primera pero como soy mujercita necesito full ayuda” entonces más que ser la primera mujer y sentir de antemano esa especie de “discapacidad”, es más importante el estilo, el decir, no importa que seas hombre o mujer, no importa que no tengas brazo, no tengas pierna, no veas, eso no importa, lo que importa es si tu sueño lo haces de la forma más limpia, buscando tus limites buscando ir más allá. Eso es lo que me motiva a mí personalmente, obviamente respeto lo que les motive a otras personas."

Se que estás realmente muy ocupada, por lo que valoro incluso más que hayas dedicado algo de tu tiempo a esta entrevista. Muchas gracias por tu tiempo, con el paso de los años estoy seguro de que se valorará como debe ser este logro de ser la primera mujer sudamericana en hacer cumbre en el Everest sin oxígeno. Mis mejores deseos para tus futuros retos, estoy seguro de que con esta perseverancia los lograrás.

"Muchas gracias Jesús a ti, chévere las preguntas, chévere entrevista, qué pena que no pudimos hacerlo así como más tranquilo, discúlpame también porque ahorita estamos en Guarás, mañana estamos saliendo otra vez a la montaña, ya me dices cualquier duda o preguntas extra que tengas, espero te hayan servido mis respuestas; un abrazo enorme y que estés muy bien."
Tomada de: www.vidactiva.com.ec

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