28 octubre 2012

OBESIDAD INFANTIL


Obesidad infantil, ¿se quiere solucionar?

¿El paradigma de la buena alimentación?
En esta ocasión me gustaría exponer mis pensamientos acerca de este tema tan complicado, aunque a la vez, tan sencillo de solucionar. Como vemos desde hace unos años, la obesidad infantil crece cada vez más sin que, aparentemente, nadie haga algo por evitarlo. Se toman medidas sanitarias, se crean campañas publicitarias,… ¿en realidad es esto todo útil?
Vayamos por partes, ¿qué es ser obeso? ¿Obesidad es lo mismo que sobrepeso?

Muchas veces se utilizan los términos obesidad y sobrepeso como sinónimos, pero no lo son.
  • La obesidad es un trastorno metabólico que conduce a una excesiva acumulación de energía en forma de grasa corporal en relación con el valor esperado según el sexo, talla y edad.
  • El sobrepeso denota un peso corporal mayor con relación al valor esperado según el sexo, talla y edad.

El criterio más exacto para el diagnóstico de obesidad es la determinación del porcentaje de grasa que contiene el organismo. La forma habitual para definir y clasificar la obesidad es la comparación del peso del niño con el peso de una población de niños normales. Cada vez se usa más el IMC (peso en kg/altura2), pero en el caso de los niños se ha de tener en cuenta la edad y el sexo, ya que el IMC “normal” cambia con la edad de forma diferente en niños y niñas.
Por lo tanto no es posible dar una cifra o relación exacta que sirva para todos los casos, y para saber si un niño es obeso se debe recurrir a tablas específicas, que tienen los pediatras. Como regla general, los niños con un IMC superior a 30 se consideran obesos y deben acudir a la consulta de un pediatra, especialmente si la estatura es menor de la que debiera corresponder para su edad.

Una vez que sabemos lo que es obesidad y lo que no, vayamos a las posibles soluciones. Todos los autores e investigadores coinciden en una cosa; para disminuir la obesidad infantil tienen que darse dos situaciones:

Control nutricional de la dieta.

Realización de actividad física.

En este sentido existen algunas campañas de control nutricional en las que se insta a los padres a controlar la alimentación de sus hijos, pero… ¿cuántos padres pueden hacer eso? Hoy en día son pocas las familias que pueden controlar bien la alimentación de sus hijos. No saben lo que comen en la calle, en el recreo,… Ante esto, quizás lo que se debería hacer es; además de lo que ya se está haciendo, llevar ese mensaje también a los centros educativos públicos/fiscales, privados/particulares, y prohibir la venta de bollería y demás productos. Solo se deberían vender en dichos centros; bocadillos, fruta, y bebidas como jugos variados y agua. Por otra parte, y sin ánimo de decir a nadie lo que tiene que hacer; pienso que los padres deberían cuidar más la cantidad de dinero que dan a sus hijos como paga e intentar controlar de alguna forma qué hacen con ese dinero; porque en la inmensa mayoría de las ocasiones lo destinan a comprar panes, golosinas, refrescos azucarados, y demás…

Con respecto al otro factor, la actividad física; resulta evidente que simplemente haciendo campañas publicitarias que proponen hacer ejercicio, no es suficiente. ¿Dónde? Sí, esa es la pregunta que se deben hacer los niños/as, ¿dónde juego con tranquilidad y sin peligro de tener algún susto (o peor) con algún coche? Los espacios de esparcimiento dedicados a los niños en las medias-grandes ciudades son escasos comparados con lo que debería haber. ¡De nada sirve decirle a un niño que juegue más si no tiene dónde! Si pensamos en nuestros “años mozos” todos recordaríamos que estábamos en la calle jugando a lo que fuera, pegándole balonazos a las puertas de los garajes, haciéndonos heridas en las rodillas (y tan orgullosos) metiendo los pies en todo charco que se cruzase en nuestro camino,… Pero no solo los espacios son importantes (que también hay que decir que poco a poco se van creando), también la actitud de algunos padres. Los niños no son como jarrones de la dinastía Ming, no pasa nada si caen, si se mojan, si “hacen un poco el gamberro”, dejémoslos que se muevan y que se suban a los arboles, que exploren,… Una cosa es cuidar, educar, querer,… Otra muy distinta es sobreproteger. Ésta última es muy peligrosa y contraproducente; las primeras no.

Además de lo expuesto, las administraciones tampoco ponen mucho de su parte ya que, cuando se pretende hacer una campaña sobre la nutrición se habla con los médicos o los nutricionistas,… ¿¿cuando se habla de hacer más ejercicio?? ¿¿También con los médicos?? Creo recordar que existen unos Licenciados en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte (no pocos por cierto), y que estarían encantados de participar en el desarrollo de campañas activas de promoción del ejercicio. Aquí también hago autocrítica porque no son muchos los que se preocupen y tengan iniciativa, más bien prefieren dedicarse al deporte en estado puro (reglado, competitivo, son exdeportistas en muchos casos,…); pero tampoco son muchas las propuestas desde las administraciones. No resulta muy gratificante que para hacer consultas sobre ejercicio se hable con médicos… Y no lo digo yo, lo dicen las competencias profesionales: los médicos no pueden prescribir ejercicio, los licenciados en ciencias de la actividad física y el deporte sí.

Pirámide nutricional infantil. Tomado de: J.L. Serra, J. Aranceta, Kellogg´s



En el caso de Ecuador y, tras lo observado desde el comienzo de mi trayectoria profesional en Quito; pienso que en lo relativo a la actividad física el asunto está a un nivel aceptable. Realmente es mucha la gente que acude a los parques de las grandes ciudades a realizar actividad física. Sin embargo hay varios factores que anulan lo positivo de dicha costumbre:

Tras hacer actividad física no beben agua precisamente (la mayoría); se toman cerveza, caldos diversos y con grasas de todos los tipos habidos y por haber, carne roja,… Y lo mismo sucede tras las actividades extracurriculares. En muchos casos justo al acabar, sacan de sus mochilas un pan de dulce, alguna bebida azucarada al extremo, entre otros muchos productos, que no es que recuperen del esfuerzo realizado, es que aún provocan mayor daño al ser absorbidos por su cuerpo más rápidamente debido al déficit creado con el ejercicio. Por lo tanto falta formación y educación en este sentido (la rehidratación y recuperación nutricional).

La actividad física practicada no parece del todo planificada o controlada de alguna forma. En algunas iniciativas municipales, se contrata a monitores de aeróbic, bailoterapia (muchas veces es lo mismo), y otras actividades, para impartir sesiones masivas de estas actividades. ¿Cuál es el problema? El descontrol. Es realmente muy complicado hacer un feedback sea del tipo que sea, cuando tenemos a 100 personas delante. No hablemos de los feedbacks correctivos, que son los que evitan en muchos casos, la lesión correspondiente. Por otra parte, tenemos la actividad autónoma, que también tiene diversas consideraciones:
  • Por un lado, encontramos los exdeportistas que hacen un calentamiento idéntico al que hacían en su deporte, aunque solo sea para correr.
  • Por otro, las familias que cuentan con un militar retirado o similar y éste, les hace ejercicios que le hacían a él en su trabajo, lo cual claramente es contraproducente.


En el primer caso lo principal es concienciar a este tipo de practicantes de actividad física, que el calentamiento no es siempre igual, ni siquiera siendo una global. De hecho dependiendo de la actividad y la intensidad, se podría solapar con lo que se pretende hacer después, si se realiza a una intensidad y exigencia menor. Por ejemplo, en el caso expuesto, solo quiere correr unos minutos, por lo tanto hacer un calentamiento de 20 minutos y muy intenso no servirá de mucho para esa actividad (correr), más bien estaría haciendo el doble de esfuerzo. Simplemente sería suficiente con caminar a un ritmo elevado antes de empezar a correr y/o algunos ejercicios de movilidad articular de las articulaciones implicadas (tobillos, rodillas, caderas y hombros); luego si se tratara de una persona de edad o con ciertos problemas la cosa cambia, pero en general la propuesta es válida para cualquiera.

En el segundo caso, sería conveniente que se asesoraran con algún profesional de la actividad física titulado y con alguna experiencia/formación en educación, porque por lo general, saben el porqué de las cosas y les pueden explicar y recomendar de forma didáctica con el fin de que realmente se aprendan los conceptos y no se hagan “porque si”. No todos los ejercicios sirven para cualquiera, y las condiciones de un niño no son las mismas que las de una persona de 50-60 años, aún siendo físicamente activo/a.

¿Cuál sería mi propuesta tras esta reflexión?
Crear equipos de trabajo interdisciplinar, conformados por médicos, nutricionistas y licenciados en ciencias de la actividad física y el deporte; cada uno con su rol bien definido:
Médicos: diagnósticos y detección de otras posibles patologías derivadas de la obesidad.
Nutricionistas: control nutricional de la alimentación, incluyendo la prescripción de actividad física.
Licenciados: prescripción de actividad física en función de los informes del médico y de acuerdo con el nutricionista.

Se podrían controlar grupos de población relativamente grandes y, sinceramente, pienso que sería más barato que 30 campañas publicitarias o carteles y charlas puntuales.


Si tienes curiosidad por saber tu Índice de Masa Corporal (IMC):

Y si te interesa saber más sobre consejos nutricionales:

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