Obesidad infantil, ¿se quiere solucionar?
¿El paradigma de la buena alimentación? |
En esta ocasión me gustaría exponer mis pensamientos acerca de este tema tan
complicado, aunque a la vez, tan sencillo de solucionar. Como vemos desde hace
unos años, la obesidad infantil crece cada vez más sin que, aparentemente,
nadie haga algo por evitarlo. Se toman medidas sanitarias, se crean campañas
publicitarias,… ¿en realidad es esto todo útil?
Vayamos por partes, ¿qué es ser obeso? ¿Obesidad es lo mismo que sobrepeso?- La obesidad es un trastorno metabólico que conduce a una excesiva acumulación de energía en forma de grasa corporal en relación con el valor esperado según el sexo, talla y edad.
- El sobrepeso denota un peso corporal mayor con relación al valor esperado según el sexo, talla y edad.
El criterio más exacto para el diagnóstico de
obesidad es la determinación del porcentaje de grasa que contiene el organismo.
La forma habitual para definir y clasificar la obesidad es la comparación del
peso del niño con el peso de una población de niños normales. Cada vez se usa
más el IMC (peso en kg/altura2), pero en el caso de los niños se ha
de tener en cuenta la edad y el sexo, ya que el IMC “normal” cambia con la edad
de forma diferente en niños y niñas.
Por lo tanto no es posible dar una cifra o relación exacta que sirva para todos
los casos, y para saber si un niño es obeso se debe recurrir a tablas
específicas, que tienen los pediatras. Como regla general, los niños con un IMC
superior a 30 se consideran obesos y deben acudir a la consulta de un pediatra,
especialmente si la estatura es menor de la que debiera corresponder para su
edad.
Una vez que sabemos lo que es obesidad y lo que no, vayamos a las posibles soluciones. Todos los autores e investigadores coinciden en una cosa; para disminuir la obesidad infantil tienen que darse dos situaciones:
Control nutricional de la dieta.
Realización de actividad física.
En este sentido existen algunas campañas de control nutricional en las que se
insta a los padres a controlar la alimentación de sus hijos, pero… ¿cuántos
padres pueden hacer eso? Hoy en día son pocas las familias que pueden controlar
bien la alimentación de sus hijos. No saben lo que comen en la calle, en el
recreo,… Ante esto, quizás lo que se debería hacer es; además de lo que ya se
está haciendo, llevar ese mensaje también a los centros educativos públicos/fiscales,
privados/particulares, y prohibir la venta de bollería y demás productos. Solo
se deberían vender en dichos centros; bocadillos, fruta, y bebidas como jugos
variados y agua. Por otra parte, y sin ánimo de decir a nadie lo que tiene que
hacer; pienso que los padres deberían cuidar más la cantidad de dinero que dan
a sus hijos como paga e intentar controlar de alguna forma qué hacen con ese
dinero; porque en la inmensa mayoría de las ocasiones lo destinan a comprar panes,
golosinas, refrescos azucarados, y demás…
Con respecto al otro factor, la actividad física; resulta evidente que
simplemente haciendo campañas publicitarias que proponen hacer ejercicio, no es
suficiente. ¿Dónde? Sí, esa es la pregunta que se deben hacer los niños/as,
¿dónde juego con tranquilidad y sin peligro de tener algún susto (o peor) con
algún coche? Los espacios de esparcimiento dedicados a los niños en las
medias-grandes ciudades son escasos comparados con lo que debería haber. ¡De
nada sirve decirle a un niño que juegue más si no tiene dónde! Si pensamos en
nuestros “años mozos” todos recordaríamos que estábamos en la calle jugando a
lo que fuera, pegándole balonazos a las puertas de los garajes, haciéndonos
heridas en las rodillas (y tan orgullosos) metiendo los pies en todo charco que
se cruzase en nuestro camino,… Pero no solo los espacios son importantes (que
también hay que decir que poco a poco se van creando), también la actitud de
algunos padres. Los niños no son como jarrones de la dinastía Ming, no pasa
nada si caen, si se mojan, si “hacen un poco el gamberro”, dejémoslos que se
muevan y que se suban a los arboles, que exploren,… Una cosa es cuidar, educar,
querer,… Otra muy distinta es sobreproteger. Ésta última es muy peligrosa y
contraproducente; las primeras no.
Además de lo expuesto, las administraciones tampoco ponen mucho de su parte ya
que, cuando se pretende hacer una campaña sobre la nutrición se habla con los
médicos o los nutricionistas,… ¿¿cuando se habla de hacer más ejercicio??
¿¿También con los médicos?? Creo recordar que existen unos Licenciados en
Ciencias de la Actividad Física y el Deporte (no pocos por cierto), y que
estarían encantados de participar en el desarrollo de campañas activas de
promoción del ejercicio. Aquí también hago autocrítica porque no son muchos los
que se preocupen y tengan iniciativa, más bien prefieren dedicarse al deporte
en estado puro (reglado, competitivo, son exdeportistas en muchos casos,…);
pero tampoco son muchas las propuestas desde las administraciones. No resulta
muy gratificante que para hacer consultas sobre ejercicio se hable con médicos…
Y no lo digo yo, lo dicen las competencias profesionales: los médicos no pueden
prescribir ejercicio, los licenciados en ciencias de la actividad física y el
deporte sí.
Pirámide nutricional infantil. Tomado de: J.L. Serra, J. Aranceta, Kellogg´s |
En el caso de Ecuador y, tras lo observado desde el
comienzo de mi trayectoria profesional en Quito; pienso que en lo relativo a la
actividad física el asunto está a un nivel aceptable. Realmente es mucha la
gente que acude a los parques de las grandes ciudades a realizar actividad
física. Sin embargo hay varios factores que anulan lo positivo de dicha
costumbre:
Tras hacer actividad física no beben agua
precisamente (la mayoría); se toman cerveza, caldos diversos y con grasas de
todos los tipos habidos y por haber, carne roja,… Y lo mismo sucede tras las
actividades extracurriculares. En muchos casos justo al acabar, sacan de sus
mochilas un pan de dulce, alguna bebida azucarada al extremo, entre otros
muchos productos, que no es que recuperen del esfuerzo realizado, es que aún
provocan mayor daño al ser absorbidos por su cuerpo más rápidamente debido al
déficit creado con el ejercicio. Por lo tanto falta formación y educación en
este sentido (la rehidratación y recuperación nutricional).
La actividad física practicada no parece del todo
planificada o controlada de alguna forma. En algunas iniciativas municipales,
se contrata a monitores de aeróbic, bailoterapia (muchas veces es lo mismo), y
otras actividades, para impartir sesiones masivas de estas actividades. ¿Cuál
es el problema? El descontrol. Es realmente muy complicado hacer un feedback sea
del tipo que sea, cuando tenemos a 100 personas delante. No hablemos de los
feedbacks correctivos, que son los que evitan en muchos casos, la lesión
correspondiente. Por otra parte, tenemos la actividad autónoma, que también
tiene diversas consideraciones:
- Por un lado, encontramos los exdeportistas que hacen un calentamiento idéntico al que hacían en su deporte, aunque solo sea para correr.
- Por otro, las familias que cuentan con un militar retirado o similar y éste, les hace ejercicios que le hacían a él en su trabajo, lo cual claramente es contraproducente.
En el primer caso lo principal es concienciar a este
tipo de practicantes de actividad física, que el calentamiento no es siempre
igual, ni siquiera siendo una global. De hecho dependiendo de la actividad y la
intensidad, se podría solapar con lo que se pretende hacer después, si se
realiza a una intensidad y exigencia menor. Por ejemplo, en el caso expuesto,
solo quiere correr unos minutos, por lo tanto hacer un calentamiento de 20
minutos y muy intenso no servirá de mucho para esa actividad (correr), más bien
estaría haciendo el doble de esfuerzo. Simplemente sería suficiente con caminar
a un ritmo elevado antes de empezar a correr y/o algunos ejercicios de
movilidad articular de las articulaciones implicadas (tobillos, rodillas,
caderas y hombros); luego si se tratara de una persona de edad o con ciertos
problemas la cosa cambia, pero en general la propuesta es válida para
cualquiera.
En el segundo caso, sería conveniente que se
asesoraran con algún profesional de la actividad física titulado y con alguna
experiencia/formación en educación, porque por lo general, saben el porqué de
las cosas y les pueden explicar y recomendar de forma didáctica con el fin de
que realmente se aprendan los conceptos y no se hagan “porque si”. No todos los
ejercicios sirven para cualquiera, y las condiciones de un niño no son las
mismas que las de una persona de 50-60 años, aún siendo físicamente activo/a.
¿Cuál sería mi propuesta tras esta reflexión?
Crear equipos de trabajo interdisciplinar, conformados por médicos,
nutricionistas y licenciados en ciencias de la actividad física y el deporte;
cada uno con su rol bien definido:
Médicos: diagnósticos y detección de otras posibles patologías derivadas de la
obesidad.
Nutricionistas: control nutricional de la alimentación, incluyendo la
prescripción de actividad física.
Licenciados: prescripción de actividad física en función de los informes del
médico y de acuerdo con el nutricionista.
Se podrían controlar grupos de población relativamente grandes y, sinceramente,
pienso que sería más barato que 30 campañas publicitarias o carteles y charlas
puntuales.
Si tienes curiosidad por saber tu Índice de Masa
Corporal (IMC):
Y si te interesa saber más
sobre consejos nutricionales:
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Se admiten todo tipo de comentarios, pero este blog no se hace responsable por las opiniones vertidas en ellos.