La publicación de hoy, se hace en base al siguiente artículo de Xavier Guix, en el que habla sobre el fracaso, cómo recuperarnos de él, y otros aspectos interesantes.
Como sabéis,
me gusta la psicología en general, y particularmente la de la educación y la actividad
física. Este artículo lo leí por primera vez
en la carrera, y estos días curioseando precisamente en los apuntes (nunca
está de más revisar los conocimientos universitarios) volví a leer, ahora con
la perspectiva de profesor.
Xavier Guix, nos presenta una reflexión en la que habla de utilizar los fracasos y las crisis (entendiendo por crisis una sucesión de fracasos) en nuestro favor y como una oportunidad para recapacitar, y cambiar. Las crisis, como decía anteriormente, son sucesiones de fracasos. Pero no son todas iguales aunque tengan características comunes como la resistencia y el cambio. Nos suelen situar ante dos opciones: oportunidad o amenaza; en función de la que elijamos (o podamos elegir) nos hundiremos o fortaleceremos. Lo que está claro es que nunca volvemos a ser los mismos. Hay un antes y un después de una crisis.
Con respecto a los fracasos, el autor los entiende como unos resultados, de algo que no sucedió o que sucedió pero no tenía que hacerlo,… En todo caso, es un resultado que se acompaña de unos sentimientos de frustración, desaliento etc. Éstas son las dos dimensiones del fracaso: resultado y sentimientos.
El hecho de que tratemos el fracaso como un resultado va más allá de lo conceptual porque, solo concibiéndolo como tal, podremos reflexionar sobre él y aprender de él. Más complicado es, la interpretación que hacemos del resultado (los sentimientos).
Habitualmente, nos solemos centrar en buscar culpabilidades, flagelarnos, pensar que “somos lo peor”,… pero no es esto lo que nos hace aprender de ellos. Otra cosa que solemos hacer es que, si no encontramos las causas en nosotros (internas), recurrimos a echar la culpa a otros agentes (externos).
Así pues, los fracasos son sucesos que nos ponen a prueba. ¿La superaremos o no? Solo si nos replanteamos las cosas y cambiamos, si seguimos igual volveremos al mismo punto y no progresaremos en nuestro bienestar. Esa es la guerra de la crisis; cambiar o no. Es complicado avanzar y cambiar porque hay inseguridad, pero también nos resistimos a volver atrás porque sabemos que así no arreglamos nada y volveríamos al mismo punto. Aquí, cuando estamos dudando, es cuando tenemos que poner la mente en blanco, olvidarnos de prejuicios y dar pié a las oportunidades. Las oportunidades para cambiar.
Con respecto a los fracasos, nos
habla también de las “caídas” en nuestra vida. Todos vamos a tener errores y
problemas en la vida, es algo irrefutable; pero el cómo salgamos de ellos es lo
importante. Hay que concienciarse de esto porque sino, se cae en un sobre
proteccionismo a uno mismo que solo nos produce más miedo ante situaciones
novedosas. Es normal errar, por eso tenemos que aprender a levantarnos.
Otro aspecto relacionado es, las expectativas. Si son muy altas, el fracaso será mayor. Por eso debemos crearnos expectativas reales en las que quepa el fracaso, ya que en la vida todo va unido. No hay situaciones ideales y perfectas.
Cómo actuar ante un fracaso es también algo para reflexionar. Se suele pensar una y otra vez, darle vueltas al fracaso. Pero con esto no hacemos más que agravarlo. Lo ideal es pensar lo justo y necesario; es decir, ¿cómo ha ocurrido?, ¿para qué?, (por ejemplo: ¿para qué me sirve este fracaso?, ¿qué aprendo de él?).
En el plano personal, como docente, me centro más en el currículum oculto y en intentar filtrarlo en la medida de lo posible, de forma que evito hacer juicios de valor. En este sentido, la sensación o no de fracaso depende de si lo logro o no, lo cual analizo tras cada jornada laboral. El momento de recuperarse de esa sensación, viene en el momento de planificar la siguiente sesión y las estrategias para ello. Método que utilizo con cada suceso diario, de forma que se vaya mejorando la práctica docente.
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Xavier Guix, nos presenta una reflexión en la que habla de utilizar los fracasos y las crisis (entendiendo por crisis una sucesión de fracasos) en nuestro favor y como una oportunidad para recapacitar, y cambiar. Las crisis, como decía anteriormente, son sucesiones de fracasos. Pero no son todas iguales aunque tengan características comunes como la resistencia y el cambio. Nos suelen situar ante dos opciones: oportunidad o amenaza; en función de la que elijamos (o podamos elegir) nos hundiremos o fortaleceremos. Lo que está claro es que nunca volvemos a ser los mismos. Hay un antes y un después de una crisis.
Con respecto a los fracasos, el autor los entiende como unos resultados, de algo que no sucedió o que sucedió pero no tenía que hacerlo,… En todo caso, es un resultado que se acompaña de unos sentimientos de frustración, desaliento etc. Éstas son las dos dimensiones del fracaso: resultado y sentimientos.
El hecho de que tratemos el fracaso como un resultado va más allá de lo conceptual porque, solo concibiéndolo como tal, podremos reflexionar sobre él y aprender de él. Más complicado es, la interpretación que hacemos del resultado (los sentimientos).
Habitualmente, nos solemos centrar en buscar culpabilidades, flagelarnos, pensar que “somos lo peor”,… pero no es esto lo que nos hace aprender de ellos. Otra cosa que solemos hacer es que, si no encontramos las causas en nosotros (internas), recurrimos a echar la culpa a otros agentes (externos).
Así pues, los fracasos son sucesos que nos ponen a prueba. ¿La superaremos o no? Solo si nos replanteamos las cosas y cambiamos, si seguimos igual volveremos al mismo punto y no progresaremos en nuestro bienestar. Esa es la guerra de la crisis; cambiar o no. Es complicado avanzar y cambiar porque hay inseguridad, pero también nos resistimos a volver atrás porque sabemos que así no arreglamos nada y volveríamos al mismo punto. Aquí, cuando estamos dudando, es cuando tenemos que poner la mente en blanco, olvidarnos de prejuicios y dar pié a las oportunidades. Las oportunidades para cambiar.
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Otro aspecto relacionado es, las expectativas. Si son muy altas, el fracaso será mayor. Por eso debemos crearnos expectativas reales en las que quepa el fracaso, ya que en la vida todo va unido. No hay situaciones ideales y perfectas.
Cómo actuar ante un fracaso es también algo para reflexionar. Se suele pensar una y otra vez, darle vueltas al fracaso. Pero con esto no hacemos más que agravarlo. Lo ideal es pensar lo justo y necesario; es decir, ¿cómo ha ocurrido?, ¿para qué?, (por ejemplo: ¿para qué me sirve este fracaso?, ¿qué aprendo de él?).
En el plano personal, como docente, me centro más en el currículum oculto y en intentar filtrarlo en la medida de lo posible, de forma que evito hacer juicios de valor. En este sentido, la sensación o no de fracaso depende de si lo logro o no, lo cual analizo tras cada jornada laboral. El momento de recuperarse de esa sensación, viene en el momento de planificar la siguiente sesión y las estrategias para ello. Método que utilizo con cada suceso diario, de forma que se vaya mejorando la práctica docente.
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